jueves, 26 de junio de 2008

La ciudad de los anillos

Perdida en medio del sudamérica se encuentra una ciudad más bien particular [gran parte de sus habitantes últimamente tienen cierta ojeriza con todo lo "comunal"] habitada por unos seres diversos entre si que por lo general tienen una opinión muy buena de sí mismos [demasiado a veces...] y que se enfrentan ahora al reto de encontrarse a ellos mismos, ya que se perdieron hace como cincuenta años en medio de una mudanza.

En fin, es una ciudad única [como todas] que lucha por ganarse un espacio en este mundo; siempre caótica, siempre moviéndose... ha despertado de un letargo de siglos y ahora continúa un crecimiento monstruoso que ni ella puede controlar [y no es que se haya intentado mucho el hacerlo] y del que ahora surge como una flor de ladrillo rodeada de plantaciones de soya.

En menos de una generación pasó de pueblo fronterizo a metrópolis, en la que se mezclan los señores de provincia que cambiaron el caballo por la Mitsubishi Montero, los intelectuales pragmáticos de la nueva escuela del S. XIX, los caciques indígenas que luchan por una causa [aunque a veces no saben muy bien cuál], los maestros del comercio que calzan abarcas y cuentan sus camiones con los dedos de las dos manos, los hijos de inmigrantes que se han vuelto más cambas que la yuca en una generación y que son los primeros en defender los derechos de su "raza", los "hombres topo" que andan en otro mundo en el mundo de mierda que escogieron, los que comen el pan de arroz de sus abuelos y ch'allan cada año nuevo, las doñitas ambulantes de los puestitos, agachaditos, tienditas y demás comercios [diminutivos en gramática y en ingresos] que van vendiendo por la calle con los críos moquillentos al lado para poner al pan en la mesa, los políticos escandalosos, los quinceañeros que se escapan por las calles vestidos con sus uniformes del colegio abrazados de sus novias con la sonrisa de los dueños del mundo, los bolicheros que se pasan la noche llenando sus estómagos de alcohol, los pulmones de humo, los ojos de neón y los oídos de música ininteligible y que despiertan con el peso del mundo en la cabeza y el regusto agrio del almuerzo de ayer en la boca, las cihiquilladas de los barrios que juegan a ser grandes mientras los grandes hacen chiquilladas sin jugar, los abogados, médicos, doctores y demás especie de profesionales con el título universitario en la guantera del taxi donde trabajan, los universitarios de carrera, los soldaditos en su domingo de permiso siguiendo el rastro de las cholitas en los mercados, las señoras de alcurnia que se gastan la vida luchando por principios morales en los que ni ellas mismas creyeron cuando tenían veinte años, los maestros frustrados, los militantes religiosos de corbata y camisa bajo el Sol bárbaro, los borrachitos que amanecen en los calditos para tomarse una sopa de nervio y "curar" los desmanes de la noche...

Protagonistas sobran, sólo me queda mostrarlos tal y como los vi.

1 comentario:

Sebastian Molina dijo...

Excelente.
Que manera más clara de graficar esta confusión.
Un abrazo.